Un día conoces a tu yin. Esa persona completamente diferente pero, con una pizca de ti. Te hace volar. Te hace reír. Te hace soñar y sobretodo vivir. El verano se convierte en poesía. Los días soleados la mejor excusa para ir a la playa. El yogur helado no que falte. Y las noches en vela hablando, mucho menos. Sois de mundos diferentes, él tan serio y tú tan ingenua. Él de correr hacia metas y tú de soñar y creer en las ganas. Él con su impaciencia y a ti que te sobra. Es alguien tan racional que no entiendes el porqué de fijarse en ti. Muy alocada, riéndote de la vida, tan sensible que parece que te vas a romper pero, no, eres más fuerte de lo que creen. Miradas que desbordaban sentimientos que crecían a los segundos. Era el chico valiente capaz de asumir cualquier situación, controlar todo hasta sus ganas. Tú, chica inestable, que huye, que está y se va, chica del quizás. Se complementaban tan bien. Nadie creía en ellos, pero la esperanza tuya hacia que todo valiera la pena, y la al