Créeme, han intentado evitarlo pero es imposible huir de lo inevitable. Supongo que aquella noche de verano fue así, inevitable que mi vida cambiara y con ella, yo al conocerte. Ahora, las cosas se han intercambiado, ni yo soy tan tuya ni tú tan de mentiras. Los roles han dado un giro y ahora soy yo la que no puede sentir amor. Me mataste por dentro, pero me recompuse. Sobreviví. Aunque no lo niego, me costó meses aceptarlo. De pasar de niña a mujer. Y en cierta parte gracias a ti, por lo bueno y más por lo malo. Me han dicho que te han visto sonreír. Que ella ocupa tu corazón como hace tiempo que nadie lo hacia. Que tus días tienen su nombre y en tu mirada solo se percibe su silueta. Me han dicho que empiezas el año con ella de la mano. Que por fin dejaste que alguien se quedara a tu lado viéndote dormir. Y aunque las palabras duelan, más duele no haberlo logrado yo. No eras un premio, ni un trofeo, ni mucho menos un regalo. Eras tú y tu complicada forma de estar. Pero nunca del todo