Sabes, un día conocí a alguien que me cambio. No me enamoré de él, no estuve con él de la forma en la que hubiera querido pero fuimos algo, algo que solo él y yo podemos valorar. Era esa clase de tío con la que te tienes que poner armadura y combatir contra él en vuestra propia guerra. Luchar por ver quien es el más pasota, el más distante... y demostrar con todo eso quien era el más gallina de los dos. Esa actitud que teníamos era una forma de mal querernos, aunque no lo sabíamos y solo intentábamos protegernos de nosotros mismos, de nuestros sentimientos. Creyendo que huyendo de ellos, alejándonos de nosotros, el amor no lo íbamos a volver a sentir, no nos iba a volver encontrar y no volveríamos a sufrir una vez más. Nuestra guerra era sinónimo de un doloroso pasado que aun no lográbamos sanar... Conocí a alguien que no le gustaba poner etiquetas a lo que fuimos. Por miedo, me di cuenta de que era.. Conocí a alguien que me pagaba todo, que era un caballero. Me dijo que sentía la ne