Detrás de aquella risa tan contagiosa, tan sonora, tan diferente se encontraba una triste niña que lo único que quería era huir. Tanto huyo, tanto se alejo que se perdió a ella misma por el camino. Nadie lo noto. Que entre más alta sonaba su risa más se perdía, más cerca de la muerte estaba. Su risa era una forma de pedir auxilio, de gritar que se hundía entre tanta amargura. Que soltar tantas lagrimas todas las noches le producía ahogamiento entre la melancolía. Nadie tuvo el valor de mirarla a los ojos. Todos reían con ella, todos se contagiaban de aquella "alegre" risa, de aquella sonrisa tan honesta y sincera. Sin saber, que su risa fue el arma más letal que la hacía morir cada segundo. Por el día, era la niña risueña que todos querían, mientras que por la noche, se convertía en un alma en pena vagando por sus venas, dejando huella de todo el dolor que sentía.
Nos conocimos por casualidad hace años, supongo que el destino y tus ganas de hablarme dieron pie a este sentimiento. Han sido unos meses locos, de risas y enfados, pero sobre todo, risas. Supongo que coincidimos en tanto que a veces chocamos. Y no esta mal. No esta mal, porque siempre nos ganan las ganas. Ganas de conocer mundo con una cámara en la mano, ganas de descubrir hasta donde podemos llegar cada día y cada noche, de llamadas que no tienen fin y muchas canciones. Aunque, para canciones "la nuestra". Que bonita suena desde aquel día. Nuestros amigos seguirán intentando que todo vuelva a la "normalidad", tus amigos me preguntarán por que eres tan importante para mi y seguiré respondiendo de la misma manera, mis amigas dirán que no entienden nada y que todo se arreglará. Aunque, solo se arregla si dos quieren y aquí uno falla. Ahora ya nada es igual. Soy un desastre y tú un orgulloso. Aquella noche no perdí, perdimos los dos. Cada uno a su manera, cada uno c
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