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puntos suspensivos en la piel

Y podría jurar que no había galaxia más abundante en el universo que todos aquellos lunares que le vestían. Él los odiaba, yo los amaba. De cada parte de su cuerpo que despreciaba yo me quería otorgar el privilegio de besarlos uno por uno. Volver hacerlo y repetirlo las veces necesarias solo por si le quedan dudas de lo bonito que esta así vestido, con sus lunares al descubierto y con su propia galaxia ante sus ojos.
Me quiero otorgar el privilegio de amar cada pequeña zona desconocida que te de miedo, que te decepcione, que odies. Quiero ser ese iluso marinero que navega con rumbo fijo por tu cuerpo, quisiera ser ese astronauta que no pierde la esperanza al querer encontrar vida en lugares ocultos, quisiera ser ese militar que protege a su país y lo quiere y así quererte y protegerte aun más a ti. Y entre tú y yo, acabar formando nuestra propia constelación, así, sin  más.
 Hacer la guerra contigo y acabar sintiendo paz, que haya una tormenta, que llueva, que gritemos de dolor y sintamos la verdadera tristeza pero solo si después de todo eso, creamos nuestro propio jardín de colores privilegiados del arcoíris, de nuestro propio arcoíris. Y que haya amor, mucho amor, amor por todos lados, y que nunca falte la ilusión. Porque donde tu ves simples puntos oscuros llamados lunares, yo veo lunas enteras soñándote, soles que me iluminan en la oscuridad, estrellas estables, planetas que quedan por conocer, el universo llamándome, la galaxia en la que no me importaría perderme, y sobretodo, veo, veo tus ojos cafés. Porque todo lo pequeño es enorme si lo miramos con ojos grandes de ilusión.

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