Significamos tanto como el tan esperado pacto de Sabina que nunca llego a cumplirse. Los carteles desaparecieron de las calles como si nunca hubiese sido anunciada su gran noche. Aquí, en Las Palmas. Desaparecieron como tú. Un día cualquiera de un calendario cualquiera.
Indiferencia sin más, no diste ninguna explicación tampoco. Quizás yo también tuve parte de culpa, jamás te pedí un porqué. No quería saber la verdad aunque en el fondo la tenía muy clara. Supongo que quise auto convencerme de que sí se podía. Pero quisiste emigrar a otros mundos, para así dejar el mío atrás. Y lo hiciste. Ya que, corrías el riesgo de caer en el precipicio, por amor. Que inocente yo. Ya sabes como soy, luchar hasta no poder más y caer rendida solo por mantener viva la ilusión. Sentiste que alguien quería compartir contigo esa soledad en la que vivías cada segundo [egoísta, eso eres]. Te dio miedo. Miedo de que alguien te hiciera volar sin alas y caer con ellas.
De repente parecía que nunca hubieras existido. Así somos nosotros. BUENO, TÚ Y YO. Tiene gracia, al menos para mi. Fuiste más que otros a pesar de tan poco, y tanta distancia... Fuimos como ese concierto que nos hubiera encantado ir [juntos], pero que no iremos jamás [juntos]. Y nunca cantaremos [juntos]. Un día dices que me vas a hacer el mejor concierto de la vida, que mi cuerpo será la mejor guitarra que hayas tocado, que me cantarás tu canción a besos y al día siguiente, ya no respiras cerca de mi [y no por la distancia].. ya no soy guitarra para ti. Ahora soy alma sin cuerpo, guitarra sin cuerdas, canción sin letra. Poco sentido tiene a veces la coherencia.
Fuimos Sabina, o quisimos serlo. Y como dice la canción "aprendí a olvidarte en 19 días y 500 noches", hoy es 35 de Febrero y ya no te recuerdo. Que se note la ironía de este fragmento. Por temas de salud Sabina no subió aquella noche al escenario. Se parece a ti o más bien tú a él. Tú por temas de corazón y pasado. La gran diferencia es que él intento volver [aunque volvió y tampoco se subió] pero tu huiste cuando pudiste [sin explicación]. Como si no valiera la pena intentarlo. Como si no valiera la pena una guitarra desafinada. Todos tenemos miedo a adaptarnos, pero al miedo no se le dice adiós. Y menos, se huye del amor.
Nos quedamos con ganas, al menos de escuchar a Sabina en tu habitación mientras la que se escondía era yo, y tu corrías por encontrarme.
Indiferencia sin más, no diste ninguna explicación tampoco. Quizás yo también tuve parte de culpa, jamás te pedí un porqué. No quería saber la verdad aunque en el fondo la tenía muy clara. Supongo que quise auto convencerme de que sí se podía. Pero quisiste emigrar a otros mundos, para así dejar el mío atrás. Y lo hiciste. Ya que, corrías el riesgo de caer en el precipicio, por amor. Que inocente yo. Ya sabes como soy, luchar hasta no poder más y caer rendida solo por mantener viva la ilusión. Sentiste que alguien quería compartir contigo esa soledad en la que vivías cada segundo [egoísta, eso eres]. Te dio miedo. Miedo de que alguien te hiciera volar sin alas y caer con ellas.
De repente parecía que nunca hubieras existido. Así somos nosotros. BUENO, TÚ Y YO. Tiene gracia, al menos para mi. Fuiste más que otros a pesar de tan poco, y tanta distancia... Fuimos como ese concierto que nos hubiera encantado ir [juntos], pero que no iremos jamás [juntos]. Y nunca cantaremos [juntos]. Un día dices que me vas a hacer el mejor concierto de la vida, que mi cuerpo será la mejor guitarra que hayas tocado, que me cantarás tu canción a besos y al día siguiente, ya no respiras cerca de mi [y no por la distancia].. ya no soy guitarra para ti. Ahora soy alma sin cuerpo, guitarra sin cuerdas, canción sin letra. Poco sentido tiene a veces la coherencia.
Fuimos Sabina, o quisimos serlo. Y como dice la canción "aprendí a olvidarte en 19 días y 500 noches", hoy es 35 de Febrero y ya no te recuerdo. Que se note la ironía de este fragmento. Por temas de salud Sabina no subió aquella noche al escenario. Se parece a ti o más bien tú a él. Tú por temas de corazón y pasado. La gran diferencia es que él intento volver [aunque volvió y tampoco se subió] pero tu huiste cuando pudiste [sin explicación]. Como si no valiera la pena intentarlo. Como si no valiera la pena una guitarra desafinada. Todos tenemos miedo a adaptarnos, pero al miedo no se le dice adiós. Y menos, se huye del amor.
Nos quedamos con ganas, al menos de escuchar a Sabina en tu habitación mientras la que se escondía era yo, y tu corrías por encontrarme.
Uff...
ResponderEliminarEres demasiado
ResponderEliminarEres demasiado
ResponderEliminar